El robo de 2 millones de euros en NFT desata la polémica cripto (y el cachondeo en redes)

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A Tod­d­kramer le han roba­do 16 avatares dig­i­tales. Sería una anéc­do­ta sin impor­tan­cia que se podría solu­cionar dupli­can­do esas imá­genes, sino fuera porque se trata­ba de algunos de los NFT (‘tokens no fun­gi­bles’) más coti­za­dos del mun­do, las colec­ciones Bored Ape y Mutant Ape Yacht Club, además de un Cloonex. Medios espe­cial­iza­dos en crip­tomonedas esti­man que el val­or total de los archivos sus­traí­dos ron­da los 600 ethers, la crip­tomone­da de Ethereum, algo que se tra­duce en unos 2,2 mil­lones de euros, según los cál­cu­los del medio espe­cial­iza­do ‘Coin­tele­graph’.

Según explicó en su cuen­ta de Twit­ter el afec­ta­do, un colec­cionista neoy­orquino de crip­toarte, el ori­gen del hur­to está en un ataque de ‘phish­ing’. Esto quiere decir que inter­ac­tuó en una pági­na fal­sa —creyen­do que era la orig­i­nal—, de modo que los intru­sos con­sigu­ieron suplan­tar su iden­ti­dad y hac­er com­pra-ven­ta en su nom­bre. Fue así como con­sigu­ieron acced­er a la ‘hot wal­let’, una cartera dig­i­tal que per­mite hac­er dis­tin­tas opera­ciones con las crip­tomonedas que posee el usuario. 

Foto: Algunos de los avatares de Bored Ape Yatch Club. (BAYC)

“Lec­ción apren­di­da: hay que usar un ‘hard wal­let”, ha escrito Tod­d­kramer, en ref­er­en­cia a los mon­ederos físi­cos que cumplen esta mis­ma fun­ción y son más seguros, ya que no están disponibles en inter­net, sino que tienen que ench­u­farse al orde­nador y apro­bar de for­ma man­u­al cada transacción. 

Si ust­ed no sabe qué es un NFT, piense en ellos como una acred­itación para iden­ti­ficar y aut­en­tificar la propiedad de un deter­mi­na­do ele­men­to dig­i­tal, sea un artícu­lo peri­odís­ti­co, un vídeo o, como es el caso, unos dibu­jos de monos. Estos se acuñan —es decir, se reg­is­tran— medi­ante tec­nología ‘blockchain’ y adquieren un val­or de mer­ca­do que fluc­túa según ofer­ta y deman­da, sim­i­lar a lo que podría ser un mer­ca­do bursátil. 

En el robo se han sus­traí­do ocho NFT de la colec­ción orig­i­nal, Bored Ape Yacht Club, que es la más val­o­ra­da y la que con­cen­tra la gran parte del robo, pues esas piezas están val­o­radas en 497 ethers (1,88 mil­lones de dólares). A este usuario tam­bién le quitaron siete avatares de la serie deriva­da Mutant Ape Yacht Club, que se esti­ma que tienen un pre­cio de 79 ethers (unos 300.000 dólares). 

Como ya con­tó este per­iódi­co, se tra­ta de dos de las colec­ciones más jugosas del mer­ca­do, que ha reval­oriza­do los pre­cios de los NFT de for­ma espec­tac­u­lar en ape­nas unos meses. Cada Bored Ape sal­ió a la ven­ta por 300 dólares (0,08 ethers) y hoy el más bara­to no baja de los 250.000. Ambas series de NFT son las dos primeras del mun­do por vol­u­men de transac­ciones en las últi­mas 24 horas, según Cryp­toSlam. En este pla­zo, la primera ha movi­do siete mil­lones de dólares y la segun­da 6,2, dejan­do el ter­cer puesto para ‘Axie Infin­i­ty’, el crip­to­juego por exce­len­cia.

Una galería de arte londi­nense expone una de las obras de Bored Ape Yacht Club. (EFE/Facundo Arrizabalaga) 

El atrac­ti­vo para el com­prador no es solo obten­er la propiedad del mono y su con­sigu­iente espec­u­lación (aunque sea un gran ali­ciente para muchos). Ten­er uno de estos NFT tam­bién supone ser parte de un club exclu­si­vo y elit­ista. Y esto va des­de la obten­ción gra­tui­ta de nuevos NFT —los Mutante Ape fueron unos de ellos— que aca­ban valien­do cien­tos de miles de dólares al acce­so a deter­mi­na­dos even­tos o a com­pras de ropa con la estéti­ca de estos monos, que ya son todo un sím­bo­lo de esta­tus en este mundo. 

La otra parte del robo, menos cuan­tiosa, fue un avatar de Cloonex que parece que ya ha sido recu­per­a­do. Carl Pei, cofun­dador de One Plus, alertó a Tod­d­kramer de que lo había com­pra­do por 17 ehthers (65.000 dólares) y se puso a su dis­posi­ción para resolver esta parte del desaguisado. 

La polémica cripto está servida

“He sido hack­ea­do. Por favor, ayu­da”, escribió este colec­cionista en sus redes sociales, donde men­ciona­ba a algunos respon­s­ables de OpenSea, el ‘mar­ket­place’ donde se esta­ban ven­di­en­do los monos roba­dos. Por aho­ra, esta platafor­ma ha con­ge­la­do los avatares. Para algunos, esto supone sacar­los del mer­ca­do, con lo que pier­dan su val­or y facil­i­taría la devolu­ción a Trod­d­kramer. En cam­bio, otros señalan que podrían ser ven­di­dos en cualquier otro mer­ca­do de NFT. 

Fuera del mun­do crip­to, es nor­mal que parez­ca lóg­i­ca una inter­ven­ción de este tipo, pero la decisión de OpenSea no ha sido bien vista des­de den­tro y ha rea­v­i­va­do un debate aún sin resolver: ¿qué hac­er ante los robos de NFT? Los más entu­si­as­tas de este entorno dig­i­tal con­sid­er­an que lo suce­di­do en este caso es una intro­misión de un actor sobre un mer­ca­do que, defien­den, debería estar com­ple­ta­mente descen­tral­iza­do, y esta acción es jus­to todo lo contrario. 

Foto: El CEO y cofundador de OpenSea, Devin Finzer. (Messari)

“Nos has mostra­do la ver­dadera cara de Ethereum. Es otro sis­tema cen­tral­iza­do de esclav­i­tud total­i­taria. Una her­ramien­ta de opre­sión y cor­rup­ción, no difer­ente de lo que se escribió en el ‘Man­i­fiesto comu­nista’ o ‘Mi lucha’. Rep­re­sen­ta todo lo que bit­coin vino a destru­ir”, ha afea­do una cuen­ta ‘bit­coin­er’. Otros han sido más suaves: “Entonces, como la cagaste, ¿aho­ra los com­pradores tienen activos con­ge­la­dos? No me gus­ta que OpenSea puede hac­er esto. Lo sien­to por ti, pero todos debe­mos asumir la respon­s­abil­i­dad de nues­tras acciones en el nue­vo mun­do de la Web3″.

“Tenemos tu JPG”

Tod­d­kramer, el afec­ta­do por el robo, ya ha bor­ra­do la may­oría de los tuits en los que con­ta­ba su his­to­ria. ¿El moti­vo? El cachon­deo se había gen­er­al­iza­do. “Twit­ter es despi­ada­do”, escribió en una pub­li­cación que tam­bién bor­ró poco después. “¿No deberías cam­biar tu foto de per­fil? Parece un poco irre­spetu­oso con quien­quiera que sea el nue­vo propi­etario”, ironiz­a­ba una tuit­era, ya que la ima­gen es prác­ti­ca­mente idén­ti­ca tan­to para el propi­etario como para el resto: es en la cer­ti­fi­cación de la propiedad donde está la clave. 

Tiran­do de este hilo, hay quien ha ido un poco más allá y has­ta le ha ded­i­ca­do un car­tel: “Ten­emos tu JPG”. 

No es la úni­ca his­to­ria de robos (o, sim­ple­mente, rocam­bo­lesca) que ha rodea­do a los NFT este año, que ha sido cuan­do se han dado a cono­cer entre el gran públi­co, alcan­zan­do su máx­i­mo apo­geo. Por ejem­p­lo, hace unas sem­anas, el propi­etario de unos de los NFT de Bored Ape se equiv­ocó al pon­er el pre­cio de ven­ta. En lugar de 75 ethereums (300.000 dólares), puso mal la coma y lo fijó en 0,75 (3.000 dólares), que ya era 10 veces más de lo que le costó, pero muy lejos del pelota­zo que tenía pre­vis­to. Ape­nas tuvo tiem­po para reparar el fal­lo: un ‘bot’ prepara­do para fichar gan­gas se hizo con el mono en segundos. 



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